La confianza en las compras por Internet está creciendo cada vez más entre los consumidores. Tanto es así que emergen fenómenos que hace algunos años parecerían inverosímiles. Es el caso del showrooming. Es decir, tener claro que vas a hacer la compra de un determinado producto pero acudir antes a una tienda física a tocar, probar y ver el producto antes de confirmar una compra electrónicamente.
En España el showrooming aún no es un problema, pero lo será. Esta tendencia del internauta a ser exigente con el producto que compra a un precio menor que el que se encuentra en una tienda ya está haciendo estragos, sobre todo en el sector de las nuevas tecnologías, librerías, tiendas de ropa y la industria cosmética. Tanto es así que las tiendas más pequeñas para protegerse de las redes estudian cobrar una entrada al cliente por entrar a la tienda y obtener derecho a probarse una prenda o a informarse de las características de un producto.
El proceso es muy sencillo. Al consumidor le gusta un producto, entra en una tienda, lo prueba y desde el teléfono móvil comprueba que el precio que figura en la etiqueta del producto que está tocando en la tienda es más caro que el que se encuentra en internet. Así que, el consumidor deja ese producto en la tienda y desde casa completa la compra, y evidentemente, a otro proveedor que ya utiliza la red de forma mucho más competitiva.
Y es que la tienda física soporta una serie de costes que la red volatiliza con gran facilidad. La estructura de costes del comercio tradicional incluye alquiler de un local, el personal de una tienda, la distribución, el margen de beneficio, los costes energéticos…, conceptos que en el comercio electrónico se despejan y hacen que el mismo producto sea mucho más competitivo. Además, el showrooming conlleva algo cruel para el comerciante clásico. El consumidor se aprovecha de los conocimientos del vendedor, le consulta, le pregunta, se informa, se asesora y le ayuda a tomar una decisión… pero el showroomer no le premiará con la compra porque ya ha decidido que la hará virtualmente. Un coste difícil de encajar para el pequeño comercio.
En este enlace, puedes ver algunos casos que demuestran que el showrroming comienza a ser un problema importante y que obligan a cerrar a los menos competitivos. Uno de sus grandes enemigos son los grandes portales de venta on line.
La confianza en el comercio electrónico crece a pasos agigantados, lo que obligará a los más indecisos y escépticos a tomar medidas y, desde luego, a concretar acciones hacia la venta on line, si quieren sobrevivir en medio de la tormenta tecnológica. Hay estudios que demuestran cómo en otros países en menos de un año los consumidores apuestan claramente por la compra a través de la red. De un 46% en 2012, el porcentaje ha subido al 60% en 2013. Sobre todo, se observa esta decisión de compra entre aquellas personas que tienen un alto uso de las nuevas tecnologías.
Este fenómeno también tiene su contrapartida y que ya se ha bautizado con el nombre de webrooming. Es decir, el consumidor realiza una exhaustiva consulta en internet sobre un producto y finalmente realiza la compra físicamente en una tienda.
Esta realidad es la que hace necesario que quien tenga una empresa dedicada a vender producto al público sepa hacerlo pensando también en la comunicación on line. Dar buena información a través de las redes, hacer ofertas atractivas y diferentes, no solo en precio, ofreciendo un buen servicio post venta y manteniendo permanentemente el contacto con el cliente. El vendedor tendrá que cambiar el chip. La venta clásica tiene fecha de caducidad porque el consumidor ha aprendido a manejar un torrente de información que ha agudizado su ingenio.
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El showrooming, como se dice en mi pueblo tiene las patas muy cortas,
¡El tiempo que tarda un comerciante especializado y conocedor de su género en cerrar!
No todo en la compra es el precio, la venta online está en auge hay que reconocerlo, y ante esto hay que ser más competitivos, y ser competitivos no es ser más barato, un buen producto, con un stock optimo, acompañado de un buen servicio de información y pos venta, a esto le aplicamos el gran valor que aporta un lugar físico donde ponerle cara al vendedor y acudir ante cualquier problema, y ¡perfecto! el antídoto al showrooming, porque como dice el anuncio “hay cosas en la vida que no tiene Precio”.